«...Que descanse
sobre los pilares del conocimiento, la innovación tecnológica y el dinamismo
empresarial», «...convertirse en el eje de vertebración de todo ese sistema de
apoyo a la empresa y la innovación tecnológica a través del conocimiento». Esas
frases se multiplican por doquier en el ecosistema de edificios
públicos dedicados a un supuesto impulso a los nuevos empresarios y de
la investigación tecnológica, sufragados con fondos Feder y repartidos por toda
Andalucía. Palabras fetiche: sinergia, ecosistema, innovación, talento,
tecnología.
Algunos no han
llegado ni siquiera a inaugurarse, otros se han quedado a medias,
algunos están vacíos y cerrados a cal y canto y otros abiertos pero casi
desocupados. Iniciamos el camino por unas infraestructuras que no encuentran
moradores, algunas con estudio de viabilidad y todas presentadas por políticos
que pontificaron sobre emprendedores y futuro.
EDIFICIO CSI-IDEA
Una carretera
secundaria, una barriada de Alhaurín de la Torre y cerca de la rotonda, en Zapata, un
edificio futurista, de formas redondas, jardines verticales, rodeado de
adosados y cerca de una tienda de chuches, refrescos y pan para un apaño. Es el
CSI-IDEA: Centro de Servicios Integrados para el Impulso y el
Desarrollo Estratégico Aeroportuario. Como es habitual en las notas de
prensa de estas inauguraciones, el pasado 30 de marzo se escribía que estaba
destinado «a la promoción y desarrollo de esta tecnópolis como uno de los
principales proyectos de generación de empleo y riqueza de Andalucía». Es
inteligente y verde. Está cerrado. Al adentrarse un poco más en la barriada,
aparece la segunda parte del complejo. También puerta cerrado. Una búsqueda
rápida en internet muestra las fotos de la inauguración con Fátima Báñez,
ministra de Empleo, Elías Bendodo, presidente de la Diputación de Málaga, y
Joaquín Vilanova, alcalde de Alhaurín de la Torre. ¿Qué inauguraban exactamente? El primer
edificio de la ciudad aeroportuaria, un proyecto que existe en el papel y que
se encuentra paralizado por la burocracia urbanística de la Junta de Andalucía. Pero eso
no impidió que el Ayuntamiento se lanzara a construir. «Había fondos Feder»,
alegan fuentes municipales, que explican que se adelantó la tramitación
urbanística de las dos parcelas para el complejo «con el objetivo de percibir
los 2,2 millones de euros con cargo a la financiación europea aprobada en julio
de 2011».
Ahora estudian
trasladar allí todo el programa de apoyo a emprendedores, la palabra que ha
sembrado Andalucía de edificios costeados por el contribuyente europeo con la
excusa de respaldar la iniciativa empresarial. En poco tiempo, será el proyecto
CREA -Centro Avanzado de Asesoramiento Empresarial- «para
atender a todo tipo de empresarios y emprendedores que quieran instalarse en
Alhaurín», anuncia el Ayuntamiento.
EL RAYO VERDE
A menos de un
cuarto de hora del edificio anterior se encuentra El Rayo Verde, un complejo en
la ampliación de Teatinos, el campus de la Universidad de Málaga,
destinado a vivero de empresas en un proyecto conjunto con el Parque
Tecnológico de Andalucía (PTA). Durante casi dos años el edificio estuvo
terminado pero sin abrir. Los fondos europeos dieron para pagar un estudio de
viabilidad que costó 120.000 euros. Construir los 6.000 metros cuadrados
útiles supuso cuatro millones de euros, de los que dos procedían del Ministerio
en forma de ayudas del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e
Innovación Tecnológica. En abril, la ex rectora y hoy consejera de Educación,
Adelaida de la Calle,
inauguró un espacio de la
Universidad, el Link, para... apoyar a los emprendedores.
En junio estaba casi vacío. Recientemente, la UMA formalizó un convenio con la Fundación Andalucía
Emprende para que dos técnicos de un Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial
(CADE) asesoren desde ese edificio a los emprendedores que lo precisen. No se
quiso perder el acto el consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez
de Arellano.
A un cuarto de
hora de El Rayo Verde, en el PTA, hay otros dos edificios paradigmáticos de lo
que ha sido esta política de construcción de infraestructuras para la
investigación y el emprendimiento. Allí está el edificio Alei,
que aloja a una empresa que le lleva parte de los servicios de informática del
BBVA y que, según la web del mismo parque, se realizó con una subvención para
un «centro de I+D y actividades innovadoras en la parcela IS-1» de once
millones de euros, también con fondos Feder. Muy cerca está el edificio a medio
terminar del Centro de Innovación para el Bienestar Ciudadano, que se intentó
acabar con una subvención extraordinaria de 15 millones de euros que ahora
investiga la Audiencia
de Málaga en un caso en el que están imputados
Felipe Romera, director del PTA, y Francisco Triguero, ex secretario
general de Universidades. También en ese parque Redsa, la empresa de Joaquín
Moya-Angeler -presidente de la Corporación Tecnológica
de Andalucía (CTA)-, construyó un edificio para trasladar el I+D a Málaga,
aunque acabó alquilándose para oficinas de Indra. Ha tenido que devolver parte
de las ayudas del Ministerio.
CENTRO TECNOLÓGICO DEL VINO
Acabado y sin
visos de apertura está en Jerez el Centro Tecnológico del Vino y contenedor de
empresas, que ha llevado a la ruina a la sociedad gestora del Parque
Tecnoalimentario, disuelta al verse ahogada por las deudas de las
ayudas que había que devolver por no construir a tiempo esta infraestructura
cuya utilidad ignoraban las principales bodegas jerezanas. En el verano de
2014, se renunció a la adjudicación del contrato para suministro del
equipamiento que había salido a licitación por dos millones de euros.
En julio, el
Gobierno andaluz aprobó la creación del Instituto Universitario de
Investigación Vitivinícola y Agroalimentario (IVAGRO) de la Universidad de Cádiz.
Pero no tendrá su sede en el fallido parque tecnológico de Jerez. Antes de la
disolución de la sociedad gestora, un documento interno, desvelado por La Voz del Sur, explicaba que los
edificios «no tienen un destino claro, tras descartarse el empleo del Centro
Tecnológico del Vino (CTV) para tal fin -por desinterés del sector productivo y
la existencia de dos centros similares en el entorno- y verse con reservas la
viabilidad de emplear de manera coherente con su vocación formal el otro
centro, el Vivero de Empresas Agroalimentarias». A corto plazo, asegura, «estos
dos edificios proporcionan al proyecto inquietudes y disfunciones más que
aliento y oportunidades». Pero ya estaban construidos.
VIVEROS EN CÓRDOBA
A diferencia de
Jerez, el Parque Rabanales 21 de Córdoba siguió adelante pese a que, hace un
par de años, parecía abocado al concurso de acreedores. El edificio estrella es
el Aldebarán, «10.597 metros cuadrados construidos en los que
se distribuyen zonas administrativas (despachos, salas de reuniones...), de
servicios tecnológicos comunes (salón de actos, sala de formación, espacios de
coworking), zona de alojamiento de empresas y de incubación», según la propia
descripción del parque. Aldebarán ha sido la portada de la última revista de la Asociación de Parques
Tecnológicos de España (APTE) como ilustración para la noticia de una cumbre
ibérica de parques para debatir cómo captar más fondos comunitarios. Esta
asociación, con sede en el PTA de Málaga, premió en su último congreso a El
Rayo Verde.
Según la web del
parque, hay 45 empresas instaladas en él. Curiosamente, en Córdoba tiene su
sede Cosfera, un espacio de coworking privado al lado de la estación del AVE
donde han crecido empresas y se están impartiendo con mucho éxito cursos no
oficiales de desarrolladores. «Rabanales está muy verde. Y muy lejos», dice un
asiduo a las charlas que organizan en Cosfera. El edificio público, según el
perfil del contratante de la web del parque, se licitó por nueve millones de
euros.
CAMPUS DE LINARES
La localidad
jiennense ha estrenado este curso campus con 1.200 alumnos, un complejo que ha
costado 51 millones de euros. El rector de la Universidad de Jaén,
Juan Gómez, destacó en la inauguración que está «bien dimensionado» y «con un
margen de aprovechamiento importante». Justo ese margen es el que habrá que
poner a prueba, porque también en Linares cuentan con un Centro de Innovación
que nace, según nota oficial, para crear y apoyar sinergias entre el mundo empresarial
y el académico, alentar la innovación y la transferencia de conocimiento».
No parece que el
margen de aprovechamiento haya sido excelente en otro parque tecnológico de la
provincia, el de Geolit, que hace meses anunció que cedía
espacio gratis a los emprendedores que se instalaran en sus edificios. Una de
las firmas que se instaló fue Novasoft, empresa señera del PTA de Málaga que
hace ya un par de años entró en concurso de acreedores asfixiada por los
impagos de la
Administración. En 2011, el gerente del parque de Geolit,
Jesús Muñoz, presentó la línea de ayuda a la instalación de empresas en parques
tecnológicos, entonces conocida como Innplanta, resaltando que la ventaja de
instalarse en esas modernas infraestructuras era la posibilidad de acceder a
subvenciones. Para demostrarlo, detalló que sólo en Jaén esas ayudas habían
sido de 17 millones de euros. Uno de los balances del centro de emprendedores,
revelado por la Diputación
de Jaén, cifró en 14 los emprendedores que, en dos años, habían creado 30
puestos de trabajo.
SEVILLA
Ha sido la Universidad de Sevilla
la que ha acaparado estos días las noticias por su impresionante edificio en La Cartuja. La lupa sobre
las infraestructuras universitarias se empezó a usar con el
proyecto fallido de Zara Hadid en el Prado de San Sebastián. Pero antes se
había construido el Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI)
para integrar a todas las bibliotecas de las facultades de ciencias, unos
equipamientos que cada vez se usan menos. El centro no escapa en su explicación
del lenguaje de todos los equipamientos: «...un conjunto de recursos y
servicios variados, fusionando sinergias en beneficio de la comunidad
universitaria». Fue inaugurado en 2013 y tiene 7.000 metros cuadrados
construidos. Salió a licitación por siete millones de euros. Según fuentes de la Hispalense, no surgió
por reclamación alguna de las facultades del campus de Reina Mercedes. El mismo
año, ya con José Sánchez Maldonado de consejero de Economía, se inauguró
también el edificio Celestino Mutis, con un coste similar. El
rector dijo entonces que podría albergar a 300 investigadores y a las empresas
privadas interesadas. No se han cubierto las expectativas. El invernadero del
botánico está en el ático en Sevilla y, en verano, hay testimonios de que no es
nada fácil trabajar allí. También acoge el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla
(IMUS) donde, según fuentes consultadas, tienen despacho los que ya lo tienen
en la facultad. «Absolutamente innecesario», sentencia un profesor.
No busquen en
internet ninguna evaluación de políticas de construcción de
infraestructuras dedicadas a la I+D
y los emprendedores. Siguen convocando ayudas a la vez que aprueban moratorias.
El 31 de diciembre de 2014, el Ministerio de Economía ampliaba los plazos para
amortizar los préstamos para la construcción de muchos de esos edificios,
apelando Montoro a la delicada situación de los parques tecnológicos. No se
anunció en rueda de prensa, claro.
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