El número 19 de
Lealtad, que hace esquina con la calle Cádiz, cuenta con diez plantas, varios
negocios y 42 vecinos, Construido después del incendio de 1941, la revisión que
establece la ley detectó que varias columnas necesitan hormigón.
El número 19
Lealtad, un edificio construido a principios de 1950, convive desde hace 17
años con una anomalía en uno de sus nuros. Sus vecinos han ido arreglando
esa falta de cimentación como han podido pero sin las prisas que una ley puede
imponer. Su suerte cambió a partir de 2013 cuando el Gobierno de Cantabria
aprobó un decreto por el que obliga a los edificios de más de 50 años de
antigüedad que existen en las ciudades de más de 25.000 habitantes a pasar
una Inspección Técnica de Edificación (ITE) antes de que termine este año. En
Santander tendrán que pasar por el taller más de 21.400 edificios con más de
medio siglo de vida.
En el caso del
número 19 de Lealtad, que hace esquina con la calle Cádiz, esta revisión ha
permitido detectar en su estructura más anomalías de las esperadas. De los 360
pilares sobre los que se sustenta el inmueble de diez plantas, 28 necesitan
más hormigón y serán reforzados con un empresillado metálico.
«Esto es una
zona que se construyó después del incendio de 1941 a toda la velocidad en
una época muy mala como fue la posguerra. Los materiales no tenían mucha
resistencia y ahora empieza a notarse el deterioro». Lo explica Iván Trueba,
ingeniero y contratista de la obra mientras dirige al personal que está
reforzando tabiques en el edificio con la previsión de terminar en quince días.
Vecinos
y comercios
Afecta a todos
los pilares de los bajos comerciales, uno en la segunda planta, bastantes en la
cuarta y otros tantos en el resto de alturas. Una serie de actuaciones que
apenas ha trastocado la vida de esta céntrica calle. Ni vecinos desalojados ni
apenas cierre de negocios.
«Esto es como
hacer una reforma en un baño. Entran en nuestras casas y nosotros seguimos
viviendo como si nada», explica José María Domingo, presidente de la comunidad
de propietarios. En lo que sí notarán el paso de la Inspección Técnica
por sus casas será en el desembolso. Aunque Domingo no quiso dar cifras. al
pagar la obra a medida que los operarios localizan anomalías y las arreglan, lo
que dice el decreto es que todos los costes de los informes de estas
inspecciones y las reparaciones correrán a cargo de los propietarios.
Quienes tampoco
han notado un bajón en su actividad son los propietarios de los bajos
comerciales. «A mí me están arreglando un tabique al final de mi tienda pero no
he cerrado ningún día», señala Juan Torralbo, de Servicios Fotográficos
Cántabros mientras hace un recuento de las tiendas abiertas y cerradas.
«Talleres Ortiz y Women Secret han hecho como yo y, salvo el ruido y el polvo,
no hemos sufrido problemas». El bar La Gloria era ayer la excepción. «Tiene tres
tabiques afectados y ha aprovechado para coger vacaciones».
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