🤔🤔¿HACIA DONDE VA LA CERTIFICACIÓN ENERGÉTICA?
Seguramente ya estaréis
enterados de la aprobación del Decreto 235/2013 por el que, a partir del 1 de Junio se hizo obligatoria la certificación energética de un edificio antes de su venta
o alquiler. Los profesionales que puede firmar esta certificación son ingenieros,
ingenieros técnicos, arquitectos y arquitectos técnicos.
Como veis, el grupo de
profesionales que pueden realizar es extenso. Demasiado extenso. Además,
al ser un sector fuertemente castigado por la crisis económica, muchos profesionales
ven en la eficiencia energética un posible campo de trabajo. En LinkedIn los grupos de certificación y eficiencia energética se han llenado, y las empresas de eficiencia energética proliferan cómo setas.
Pero, ¿Cuál es el potencial real del sector? ¿Hay tanto trabajo como parece? Os cuento la realidad del sector basándome en la experiencia.
Un poco de historia
Primero hagamos memoria para poder tener
una visión global del sector. Durante los años 2002 a 2006, en pleno boom de la
construcción, todos trabajábamos en la realización de proyectos y direcciones de
obra. Cualquier recién titulado se colocaba rápidamente en una oficina técnica.
Los autónomos encontraban sin problemas proyectos que firmar. Había abundancia,
variedad, se pagaba bien.
No fue hasta 2007-2008 cuando empezó a notarse
la crisis con fuerza. Las primeras en resentirse fueron las infraestructuras urbanas.
Al no proyectarse nuevo suelo urbano se eliminaba la necesidad de nuevos servicios.
Se pasó de hacer un proyecto de línea de baja tensión cada semana, a convertirse
en un rara avis, un espécimen en extinción. Fue uno de los primeros indicadores
de lo que estaba por venir.
Esta época, 2005 – 2007, coincide con el
auge de las energías renovables. Era habitual realizar cálculo de sistemas de aprovechamiento
solar para ACS en viviendas, instalaciones de producción fotovoltaica, e implantación
de parques de aerogeneradores. Incluso, con algo de suerte, podrías hacer algún
proyecto de geotérmica o mini hidráulica.
Muchos profesionales empezaron a moverse
hacia el ámbito de las renovables llamados por los rumores de abundancia de trabajo.
Sin embargo llegaban tarde. A finales de 2007 el campo de las renovables empezó
también a decaer. Los recortes en las primas a la producción habían eliminado la
burbuja de la fotovoltaica, que terminó de explotarse en 2010. La crisis del ladrillo
acabo con la obra nueva, por lo que el campo de las instalaciones de geotérmica
y solar para ACS caían con ella.
Y entonces llegó la eficiencia
En esos momentos, empezó
a cobrar fuerza en el sector la idea de eficiencia energética. La idea, desde luego,
era buena. Se busca minimizar el consumo energético, por lo que se actúa en instalaciones existentes, algo casi obligatorio en un
momento en el que no se edifica obra nueva. Además, se busca el ahorro económico
del cliente, lo cual constituye un argumento de venta poderoso
en momentos de crisis.
Como ocurre siempre,
la oportunidad de negocio era real en los primeros momentos. Los que tuvimos la
suerte de entrar en el 2007 pudimos hacer auditorías y certificaciones en
edificios y municipios. El mercado realmente nunca fue muy lucrativo. El precio
de facturación era reducido en relación con el tiempo y el coste requerido, al
menos si querías realizar el encargo correctamente. Sin embargo permitía prescribir obras para la mejora de la
eficiencia y, habiendo hecho la auditoría, era muy probable que fueras el
adjudicatario de la reforma. Esto permitió, en muchos casos, mantener el barco
a flote mientras el sector de la construcción se desmoronaba.
A medida que pasaba el
tiempo se hacía más difícil conseguir nuevos clientes. En el 2011
la mayoría de los municipios ya habían hecho su auditoría energética, y los restantes
no tenían interés en hacerla. Igualmente, la mayoría de las industrias y edificios
comerciales terciarios, es decir, los edificios de consumo importante, ya habían
tomado medidas para reducir su consumo o realizado una auditoría. Además, el crédito
disponible se había reducido notablemente, por lo que los clientes se mostraban
reacios a realizar inversiones, incluso con tasas de retorno de 4 o 5 años. Por
otro lado, se extendió el “dedazo” y los chanchullos acuerdos comercial-políticos
de legalidad dudosa. Incluso ciertas instituciones públicas, como universidades
y centros tecnológicos, empezaron a realizar actuaciones de eficiencia empleando
recursos públicos, aun siendo legalmente incompatible.
Ajenos a esta realidad,
cada vez más profesionales se movían al sector. La necesidad, la situación de desempleo
y la esperanza de conseguir trabajo, hicieron que muchos técnicos se incorporaran
al mercado. Empezaba a resultar difícil ir a un cliente sin que lo hubieran visitado
multitud antes. La saturación provocó la caída de precios y con ellos la
calidad del servicio. El mercado se llenó de “piratas”, que ofrecían
ahorros milagrosos sin siquiera haber estado en la instalación auditada. La necesidad
es muy mala consejera, y no todos los técnicos hacen gala del mismo criterio técnico,
ni defienden igualmente la calidad de su firma.
Lo que vendrá
Nuestras previsiones
sobre las certificaciones energéticas es que se van a convertir en una auténtica lucha por vender a toda costa, más
todavía de lo que a día de hoy lo son, tirando el precio y sin importar la
calidad. De forma similar a lo que pasó en su día con las ITE, es un mercado agotado
antes incluso de empezar la explotación. Habrá “gente” (nos negamos a llamarlos
técnicos) que tendrán un dossier con 20 o 25 modelos precalculados, y ante un
encargo buscarán el más similar, fotocopia y firma, certificado hecho sin casi
ir a la vivienda. Se facturará 150-175 €, con lo que apenas podrán conseguir un
sueldo decente.
El mercado está sobresaturado,
y buena parte de la culpa es la baja cualificación requerida
para hacer una auditoría o un certificado. Cualquier persona con un título piensa
que puede realizarlo. Seamos sinceros, haberte comprado un registrador de redes
y una cámara termográfica o haber hecho un curso de reciclaje en eficiencia y renovables
no te convierte en consultor energético. De igual manera que haber trabajado un
año y medio en una oficina de proyectos no te convierte en Project Manager, por
mucho que te guste ponerlo en el Curriculum.
Realizar un proyecto de ejecución de una vivienda, urbanización, infraestructuras o instalaciones en edificios
tiene, objetivamente, requisitos técnicos mucho más exigentes que los que se exigen
para realizar una certificación energética. Esto es un terrible error dado que si
alguien no sabe diseñar una instalación, o si no ha visto físicamente una similar,
cómo se espera que sepa auditarla. Realizar bien una auditoría energética
es un trabajo complejo. No puede hacerse con un curso de 8 horas, en
el que el único que realmente obtiene beneficio es el que imparte el curso.
Personalmente, nuestro bienamado director técnico Dº Rafael Nieto exige que para realizar un certificado o una auditoría se haya realizado la ejecución de un proyecto de características y
entidad similares. De esta forma se terminaría con el intrusismo en el
sector. Lamentablemente, cómo esto no es así, seguirá habiendo técnicos que tiren
el precio y mal aconsejen a sus clientes con tal de llevarse el proyecto. Sin requisitos
y sin responsabilidad, la puerta está abierta. Si a esto le unes que los clientes,
particulares, industrias, e incluso municipios, eligen el más técnico más barato
sin importarles la calidad del trabajo desempeñado, la tragedia está
servida.
Nuestro consejo es que
si realmente queréis dedicaros a trabajar en el ámbito de la eficiencia energética
y las energías renovables, os orientéis hacia sectores más exigentes y elitistas
que las auditorías energéticas. Cualquier “listo” puede intentar mal hacer un certificado.
Pero si, por ejemplo, el proyecto consiste en realizar el diseño e implantación
de una automatización dentro de un edificio de entidad, ahí ya no puede entrar cualquiera.
Dirigiros siempre a sectores exclusivos, donde los requisitos técnicos dejen fuera
a los menos formados.
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En resumen, la certificación energética avanza hacia estándares más rigurosos, mayor conciencia ambiental, tecnología avanzada y una integración más amplia en la gestión de edificios y sistemas energéticos. La importancia de la eficiencia energética y la sostenibilidad en la construcción y operación de edificaciones seguirá creciendo en los próximos años.